Estamos ante una nueva y aceptable incursión en el género de los superhéroes cuyo protagonista es Flash, un idealista romántico más preocupado en salvar vidas y capturar a malvados con superpoderes que en ser un ídolo de masas y millonario,porque con su supervelocidad podría ser lo que quisiera: una estrella del fútbol americano,el mejor atleta de todos los tiempos...
Se trata de una serie procedimental,con capítulos autoconclusivos (tienen un principio y un final), aunque hay dos subtramas que se desarrollan a lo largo de toda la temporada,una amorosa y otra fraternal,prescindibles ambas.
En cuanto a la trama amorosa,nada nuevo:chico enamorado de chica que solo quiere amistad,aunque estén predestinados a ser pareja,porque el amor de película (en este caso de serie) tiene mucha paciencia y sabe esperar su oportunidad.
La otra subtrama,la restauración del honor de su padre,, condenado por un crimen que no cometió,es la obsesión de Flash,que además de ser el yerno que toda mujer querría para su hija es un buen hijo.
Lo cierto es que la serie entretiene,los efectos especiales son buenos, con una indudable influencia Mátrix (algunas escenas de acción están rodadas con maestría en cámara lenta), los actores encajan perfectamente en cada personaje,por lo que nos es fácil empatizar con ellos pero hay demasiada similitud argumentativa en cada uno de los episodios, independientemente de la naturaleza de las fuerzas del mal con las que debe enfrentarse Flash, un dejá vù en forma de bucle,que se repite una y otra vez. Es como si tomáramos todos los días las más ricas variedades de pizza,siempre con diferentes ingredientes pero que al degustarlas por tercera,sexta o décima vez nos diéramos cuenta que la base es siempre la misma,la misma masa ¿Y cuál es el problema? Que tarde o temprano acaba cansando porque el cuerpo nos pide cambio.
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