domingo, 2 de octubre de 2016

NARCOS (2A T.): EL SCARFACE COLOMBIANO

La Segunda Temporada de Narcos es pura adrenalina, acción, violencia, droga visual para los adictos al consumo rápido de capítulos, hay un salto cualitativo con respecto a la Primera Temporada, en la que se limita a narrar el ascenso de Escobar hasta convertirse en el gran capo de la droga, más plana argumentalmente.

Esta Segunda Temporada se conviente en un alambicado juego de estrategia,intereses cruzados,maquiavelismo... Escobar ya no es la única  referencia, debe compartir  protagonismo con enemigos que surgen como setas para acabar con su reinado: la DEA norteamericana,la policía colombiana,el cártel de Cali, la guerrilla ultraderechista...y que hacen buena la máxima: "los enemigos de mis enemigos son mis amigos" (aunque no sería correcto denominarlos "amigos" en sentido literal)

La combinación  de imágenes reales del verdadero Pablo Escobar con la ficción le da un toque didáctico que estremece, porque toda la violencia y maldad mostrada no es el fruto de la retorcida mente de un guionista sino la excusa para reflexionar acerca de los efectos devastadores del narcotráfico.

En lo referente a las interpretaciones, algunos actores secundarios parecen aficionados voluntariosos que merecen el aprobado por su esfuerzo, menos mal que los que llevan el peso de la serie son convincentes,con mención  especial para el brasileño Walter Moura. De acuerdo, tuvo que aprender español en seis meses para meterse en la piel de Pablo Escobar y su acento choca con los puristas de la lengua, pero su interpretación del capo es magnífica,es el alma de la serie, la eleva.

Mención especial para los dos agentes de la DEA: Bill (Eric Lange), que bien podría pasar por el hijo de Charles Bronson y Murphy (Boyd Holbrook), que parece el hermano policía de Brad Pitt, ambos sobresalen en sus respectivos papeles.

Aunque todos sabemos el final, ya que la serie está basada en la vida de Pablo Escobar,lo interesante es la forma de narrar su gradual caída a los infiernos, su lenta agonía, metáfora a fuego lento del final de Tony Montana en Scarface pero cada disparo, en vez de impactar en él lo hace en cada una de las personas que dan forma a su mundo y a su imperio, porque en cada una de esas muertes va muriendo el personaje, consciente de que su final cada vez está más cerca. Bien es cierto que la muerte de Escobar es más mundana, ajusticiado como una rata solitaria que huye sin escapatoria posible, nada que ver con la muerte glamurosa en su mansión,hinchado de coca y resistiendo con brutal osadía y orgullo cada una de las balas que por decenas conviertieron su cuerpo en plomo al mítico Tony Montana.

La serie sin llegar a obra maestra es didáctica,entretenida,adictiva y está muy bien rodada. Sin duda merece la pena quedarse unas horas frente al televisor para verla.

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