Si digo que lo mejor de la serie es Dwayne Johnson,con sus registros limitados y sus músculos como carta de presentación algunos podrían pensar que es un alambicado eufemismo para conminar al personal a que apague la luz y aproveche mejor el tiempo durmiendo, pero no, no es esa mi intención, porque dedicar una pequeña porción de vuestro tiempo en verla no debería ser motivo de arrepentimiento.
Quien se anime a verla quizás la encuentre de difícil catalogación,porque no alcanza a ser comedia, ya que hay escasez de situaciones humorísticas, pero tampoco es drama porque le sobra glamour y le falta dolor. Pero lo cierto es que "The rock" ,encarnado en Spencer Strasmore se basta para sostener la serie, resulta convincente en su papel de jugador de fútbol americano retirado reconvertido en agente de las nuevas estrellas del balón ovalado.
Si a eso le añadimos un guión entretenido,lento en su desarrollo pero que hace un agudo retrato psicológico del éxito en la inmadurez, el lujo precipitado y los excesos del triunfo entonces la silla se vuelve confortable y el tiempo vuela.
No vamos a lanzar confetti ni a tirar cohetes porque estemos ante la serie del año:no, pero tiene una gran virtud: nos deja tras cada episodio la extraña sensación de querer otra ración de Ballers, querer seguir viendo más episodios.Es adictiva.
La primera temporada es irregular,combina episodios muy buenos con otros más flojos,pero si la evaluamos como un bloque, un pack indivisible con única crítica,ésta debería ser de aprobación.
La serie tiene sus tópicos,pero desconocía ese que dice que a todas las estrellas negras del fútbol americano les enloquecen las blancas,tiene su gracia que a un porcentaje aktísimo de las docenas de chicas de compañía contradas para las descontroladas fiestas son blancas, no se ven negras, ni tan siquiera mulatas.
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