La nueva serie de Marvel viene precedida de una fastuosa campaña de marketing y una oleada de críticas favorables,algunas sonrojantes,llegando a catalogarla como excelsa obra maestra,lo mejor que haya salido jamás de la factoría Marvel.
Difiero de esa corriente de críticas tan positivas, porque si algo caracteriza al universo Marvel es su capacidad para sublimar el fariseísmo de buenos y malos,convertirlo en arte del entretenimiento, terapia redentora con roles bien definidos que identifican a héroe y villano.
No se trata de culpabilizar al "bueno arquetípico" por tener debilidades o llevar una vida atormentada que le aleje de la ejemplaridad, más propio de las películas de polis duros con fantasmas interiores, o que soslaye voluntariamente la responsabilidad de cargar sobre sus hombros con el peso de la justicia porque la experiencia y las circustancias pueden modelar a la persona, transformarla, pero sí que debería exigírsele en todo momento una ética y una moralidad impecables,que es norma no escrita en todo superhéroe que lleve la marca de Marvel. Y Jessica Jones la incumple.
Jessica Jones se ampara en las secuelas que le dejó una tortuosa relación con el villano Killgrave para buscar una venganza en la que el fin justifique los medios enarbolando la bandera de un feminismo mal entendido como eximente para todos sus actos,una venganza en la cuál vale todo,incluído poner en riesgo la vida de inocentes con tal de ver cumplido su objetivo: acabar con el causante de su sufrimiento. Una forma poco elegante de defender la justicia,muy alejada de la lucha en buena lid contra el mal en la que no existe el atajo sino la rectitud del largo camino.
Hay que reconocer que el planteamiento inicial es atractivo, con un malo con poderes jamás vistos, capaz de someter a todo aquel que desee a su voluntad y una heroína con poderes no definidos claramente, lo que le dota de un atractivo misterio.
En los primeros capítulos se cumplen las expectativas,mostrándonos con crudeza el devastador poder de Killgrave y el terrible daño,ya sea físico o psicológico que es capaz de causar a sus víctimas, pero conforme avanza la primera temporada las fuerzas se igualan. El malo se va humanizando,muestra rasgos de debilidad y su escalofriante pasado nos obliga a reflexionar y replantearnos algunos prejuicios, lo que genera el efecto contrario al deseado en series de superhéroes; que surja una incómoda empatía hacia el villano y un cierto rechazo hacia Jessica Jones, manipuladora de sentimientos,contrarrestando la manipulación de voluntades de Killgrave.
El final de la temporada es decepcionante en su resolución, demasiado fácil la victoria de Jessica, con un villano convertido en pelele, una marioneta fácilmente manipulable,un villano débil que acaba malgastando su inigualable poder en fatuas muestras de impotencia. No hay lucha de poderes, épica batalla,despliegue generoso de fuerzas. Hay rendición.
Que la serie reniegue de la esencia-Marvel no quiere decir que sea una mala serie, bien al contrario genera en el espectador el impulso de ver un episodio tras otro, lo que habla bien de ella, tiene ritmo,se sigue con interés y una trama,una combinación acertada de flashbacks y momento presente
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